Ir al ritmo de la naturaleza

Ir al ritmo de la naturaleza a veces desconcierta. Porque nuestro ritmo social y cultural no coincide con ella. Tenemos tanto por hacer, tanto que conseguir, y sentimos que el ritmo natural nos detiene. Cuanta fricción entre nuestra naturaleza y nuestra mente... Una fricción que quema a veces.
Hace un tiempo empecé con mi proyecto de huerta silvestre para ir acoplandome a este ritmo, y es un ejercicio fascinante porque lo que tengo que hacer es callar todo lo que se sabe de huerta y comenzar a dejar que todo se exprese sin mi intervención. Bueno algunas mínimas. Lo mismo en mi vida, comenzar a observar como se desarrolla mi vida sin estar intervenido por las formas sociales de ver el mundo. La verdad también es fascinante. La relación con cada ser se transforma. Las plagas dejan de ser plagas. Y esto es lo más interesante. Bajo el prisma aprendido existen plagas a las que hay que combatir. Pero cuando quitamos el prisma de lo socialmente aprendido no existen plagas sino seres que tienen un propósito y una función en la naturaleza. En mi vida también. Si quito el prisma de lo aprendido las plagas a las que hay que combatir desaparecen y sólo queda comprensión. Es como comenzar a ver la relación de todo y como todo es perfecto y armonioso. He aquí mi huerta. Sólo crece aquí lo que tiene que crecer. Y en mi vida lo mismo. Se dará lo que tenga que darse. Y entonces ya no hay por qué correr y ya no hay nada que conseguir. Viene a ti lo que tiene que venir y entiendes su propósito y su fin.

Cristian Vera Godoy



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