El disfrute como finalidad

Cuando tienes como concepción, la finalidad de la vida como disfrute, primero que vas a encontrarte todo el tiempo, con lo contrario a ese disfrute, porque la vida es dual. Entonces si te opera esa finalidad, vas a necesitar estar constantemente estimulado, para mantener a la vida en esa concepción. Eso nos lleva a distintas opciones, según nuestra identidad, las adicciones, por ejemplo. Vamos a buscar elementos constantemente, que nos mantengan en esa sensación de disfrute. La vida en su otro aspecto nos resultará pesada, aburrida, y conflictiva.
Tener la finalidad de la vida como disfrute, dará como resultado una baja capacidad de asimilación de la realidad. Y bien sabemos, que todo lo que no se asimila, se repite. Se mantiene a raya, hasta que algún momento estalla.
Es importante observar, desde donde operamos como seres humanos, desde donde planteamos nuestra existencia, porque por más que parezca bello y bonito esta concepción en este plano, es eso justamente lo que nos llevará con más frecuencia a la vivencia de conflictos.
El rechazo continuo a la vida en toda su expresión, para vivir lo que creemos que debería ser, según nuestro concepto, nos llevará a más distorsiones, porque crearemos elementos que nos estimulan para vivir la ficción que creamos en nuestra mente. Y de esta manera nos estaremos perdiendo toda la oportunidad de asumir la experiencia tal como es y re-significarla. Y así pasar a otra cosa.
 Existe una finalidad, en mi universo intangible y abstracto, que está creando esta realidad, pero conscientemente, yo estoy esperando otra finalidad. Entonces lo que hay en mi universo abstracto inconsciente, no va a coincidir con lo que espero en mi universo consciente, entonces voy a tender a buscar elementos, que silencien al abstracto y distorsionen mi experiencia para satisfacer una concepción, en la cual estoy atrapado. Entonces la finalidad de mi universo abstracto que creó la realidad, se ve truncada, no hace descarga, es decir, no se encuentra la pregunta con la respuesta. Por lo tanto hace presión en mi diseño (mi vida, mi cuerpo). Y cuando encuentre la oportunidad volverá a intentarlo de diversas formas. Pero si continúo en ese esfuerzo por torcer la realidad hacia mi finalidad, mi cuerpo no podrá contener, lo que con más fuerza bajará de mi inconsciente, en el intento de que yo asimile lo que tiene por finalidad. Entonces se provocará el trauma, o el conflicto mayor, o el dolor. Existe una finalidad en mi mundo abstracto, que crea mi realidad, y para comprender esa finalidad, no me debo perder ningún detalle de mi realidad, por más pesada y aburrida que me parezca.
Por esto, no puedes reinventarte desde otro lugar que no sea el instante real.
Si quieres reinventar tu vida, observa como te operan tus concepciones. Y recuerda que no todo lo que brilla es oro.
Comienza a relacionarte con ese mundo abstracto que está creando tu mundo concreto. Desde ese mundo abstracto desde donde nace la realidad puedes consumir los errores y conflictos que vives en tu mundo concreto, cuando lo haces, fabricas conciencia. Cuando más conciencia fabriques, significa que más conflictos estás consumiendo. Como el fuego que lo consume todo. Es la única forma de desintegrar los conflictos. Si no haces coincidir la finalidad del abstracto con la del concreto, estarás haciendo lo contrario, fabricando conflictos. Entonces la pregunta no es ¿Cómo hago para disfrutar más y no sufrir esto? Sino más bien ¿Cómo es que creé esta realidad concreta?
Fabrica conciencia y desintegra conflictos. Esto se llama convergencia.

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